Pantallas

May 25 • destacamos, Miradas, Pantallas • 4845 Views • No hay comentarios en Pantallas

El nuevo ballet de Wong Kar-wai

POR MAURICIO MONTIEL FIGUEIRAS

Pocos directores contemporáneos tejen las redes de relaciones íntimas con la elegancia de fondo y forma que Wong Kar-wai despliega película tras película. De la temprana Days of Being Wild (1990) a los dos formidables dípticos consagrados a los ritos románticos en la juventud y la madurez (Chungking Express/Fallen Angels, de 1994 y 1995, e In the Mood for Love/2046, de 2000 y 2004), pasando por Happy Together (1997) y My Blueberry Nights (2007), su tibio debut en el cine de habla inglesa,

Kar-wai ha demostrado poseer un ojo singular para captar los diversos hilos que integran el tapiz del amor en los tiempos centrífugos que corren desde los estallidos nucleares en Hiroshima y Nagasaki.

A esa cualidad centrífuga, acentuada por el movimiento incesante de toda clase de vehículos —automóviles y motocicletas, metros y trenes cuyos vagones se desdoblan en las estrechas viviendas de seres que parecen estar en tránsito permanente—, el cineasta nacido en Shanghái en 1948 pero radicado en Hong Kong desde los cinco años contrapone un ritmo lánguido, dancístico, que halla su puesta en escena más fina en el ballet de seducción interpretado por los amantes inconclusos de In the Mood for Love.

Igualmente inconclusos en el plano carnal son Ip Man (Tony Leung) y Gong Er (Zhang Ziyi), la pareja protagónica de The Grandmaster (2013), el nuevo filme de Kar-wai que abrió la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Berlín y que está por estrenarse en México. Ambos personajes hacen del Wing Chun, el arte marcial chino que se remonta al siglo XVII y en el que son expertos, un modo no sólo de comprender y enfrentar el mundo sino de establecer un nexo afectivo.

La secuencia en que Ip y Gong pelean por primera y única vez, un tour de force diseñado como el resto de los cuadros de acción por Yuen Woo-ping —el gran coreógrafo que trabajó asimismo en la trilogía Matrix (1999, 2003), El tigre y el dragón (2000) y el díptico Kill Bill (2003, 2004)—, esconde un sutil ingrediente de deseo que florece en la correspondencia mantenida a lo largo de los años y se materializa en el obsequio que Ip recibe a la muerte de Gong: un mechón de pelo quemado dentro de una pequeña caja metálica. El amor, sugiere Kar-wai, se manifiesta y subsiste a través de talismanes insólitos.

Basada libremente en la vida de Ip Man (1893-1972), el maestro del Wing Chun que ha sido detonador de varias películas asiáticas y entre cuyos alumnos llegó a destacar Bruce Lee, The Grandmaster es la segunda incursión de Kar-wai en el género Wuxia, filón emblemático de la literatura, la televisión y el cine chinos que explora las artes marciales con sus múltiples paladines. (La primera incursión de Kar-wai en este terreno, Ashes of Time [1994], tuvo una versión redux en 2008.) Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre en otros magníficos ejemplos del Wuxia como El tigre y el dragón, de Ang Lee —la cinta con la que el género entró en Hollywood—, o la trilogía de Zhang Yimou conformada por Héroe (2000), La casa de los cuchillos (2004) y La maldición de la flor dorada (2006), los personajes de The Grandmaster tienen los pies plantados en el suelo con mayor firmeza.

Aunque también acusan la levedad calviniana que caracteriza a los protagonistas del Wuxia, estos guerreros emprenden un vuelo más psíquico que físico porque asumen plenamente sus ataduras históricas y existenciales. Sofisticada reflexión sobre los mecanismos de la memoria y la pérdida, temas presentes en toda su filmografía, el nuevo ballet de Wong Kar-wai alcanza una altura asombrosa sin olvidar la tierra que lo engendra.

*The Grandmaster. Director: Wong Kar Wai. Reparto: Tony Leung, Ziyi Zhang, Chen Chang. Guión: Wong Kar Wai. País: Hong Kong.

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