Revueltas del arte y la estética

Nov 15 • Conexiones, destacamos, principales • 3856 Views • No hay comentarios en Revueltas del arte y la estética

 

POR ANTONIO ESPINOZA

 

El ojo del hombre disfruta de otro modo que el ojo tosco, no
humano, el oído del hombre de otro modo que el oído tosco,
etc. Ya lo hemos visto. El hombre solamente no se pierde en
su objeto cuando éste se convierte para él en objeto
humano o
en hombre objetivado. Y esto sólo es posible al convertirse
ante él en objeto
social y verse él mismo en cuanto ente
social, del mismo modo que la sociedad cobra esencia para él
en este objeto.

 

Carlos Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844,
citado en Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía y economía en
el joven Marx (Los Manuscritos de 1844), Grijalbo, México,
1982, p. 142.

 

En una introducción fechada en marzo de 1961 a su primera novela, Los muros de agua (publicada originalmente en 1941), José Revueltas cuenta la experiencia terrible que vivió en su visita a un leprosario de Guadalajara, en 1955. En su relato —párrafos de una carta a su esposa María Teresa—, el escritor comunista compara a varios de esos seres infortunadamente monstruosos con figuras igualmente monstruosas de la historia del arte. Al contemplar horrorizado la realidad terrible de los leprosos, Revueltas no duda en citar a Peter Brueghel, Los desastres de la guerra de Francisco de Goya y el Tata Jesucristo de Francisco Goitia. A partir de aquella realidad “desquiciante” y “doliente”, Revueltas reflexiona sobre el realismo literario, que siempre será ficticio e imaginario. La realidad real, dice el autor marxista, siempre será más terrible, pero tiene su movimiento interno propio, su “lado moridor”, su carácter dialéctico, esto es, su devenir sujeto a leyes, cuyo conocimiento permite al escritor aprehenderla, seleccionarla, discriminarla y ordenarla (Los muros de agua, Era, México, 1982, pp. 9-20).

 

Llaman la atención en esa carta las referencias de José Revueltas a la historia del arte. Nos sorprende porque pensamos en Revueltas por su trabajo literario y su militancia comunista, antes que por su interés en temas de arte y estética. Lo más interesante es que el escritor duranguense (el autor de la tesis de la “inexistencia histórica” del Partido Comunista Mexicano; el activista perseguido por los regímenes posrevolucionarios, recluido dos veces en las Islas Marías y una en Lecumberri; el marxista disidente que realizó con igual pasión la crítica del capitalismo y del socialismo realmente existente; el marxista rebelde que cuestionó muchas veces la ortodoxia comunista y fue censurado por sus propios camaradas; el hombre de fe inquebrantable que creyó siempre en la bondad intrínseca del socialismo) escribió numerosos textos sobre arte y estética, mismos que se publicaron en periódicos y revistas en distintos momentos. Por cierto que varios textos revueltianos sobre estos temas fueron rescatados por Andrea Revueltas y Philippe Cheron e incluidos en el tomo 18 de las Obras completas del maestro: Cuestionamientos e intenciones (Era, México, 1978).

 

Pero hay más. En el archivo de José Revueltas, resguardado en la Universidad de Texas, en Austin, se encuentran textos del escritor sobre José Guadalupe Posada, José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Manuel Rodríguez Lozano, José Chávez Morado, Leopoldo Méndez, Olga Costa, Fanny Rabel, Héctor Xavier… también hay escritos teóricos sobre estética y realismo artístico. Todo esto nos lo ha dejado ver la exposición El ojo grosero. José Revueltas. Crítico de arte, curada por Marisol Argüelles y que desde julio se presenta en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México. Se trata de una pequeña muestra que es una aproximación a la faceta de Revueltas como crítico de arte, y que en su título recoge un término del joven Marx en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844: el “ojo grosero”, que también se puede traducir como el “ojo tosco”, y que se refiere al ojo no humano, al ojo incapaz de captar la belleza de la forma, característico del imperio de la propiedad privada, donde los sentidos se reducen al sentido del tener. Para ilustrar los numerosos textos que le fueron facilitados por la Universidad de Texas, Argüelles incluyó ocho obras de autores sobre los que escribió Revueltas y que pertenecen al acervo del MAM. Esencialmente didáctica, la muestra ofrece el material crítico literario para que el público, si así lo quiere, lo consulte.

 

En el espejo del arte

 

La construcción del socialismo en el siglo XX, empresa fallida que provocó el mayor genocidio de la historia, exigió desde un principio no sólo una justificación histórica, sino también un fundamento teórico en lo económico, lo político, lo social y lo cultural. La creación de una nueva sociedad y de un hombre nuevo, tal y como lo profetizó Marx, requería la satisfacción de todo tipo de necesidades, incluyendo las estéticas. De ahí la necesidad, aun antes del triunfo de la Revolución bolchevique (1917), de construir una “estética marxista” a partir de las ideas del pensador alemán dispersas en varias de sus obras, pues el creador del socialismo científico no escribió un tratado de estética. Filósofos de todo el mundo emprendieron la tarea de rescatar de aquí y de allá las ideas marxistas, engelistas y leninistas en materia de arte y estética, para armar sus discursos totalizadores. En México, el filósofo que asumió esta tarea con rigor y tenacidad fue el ilustre doctor Adolfo Sánchez Vázquez, primero en Las ideas estéticas de Marx (1965) y luego en los dos volúmenes de la antología Estética y marxismo (1970).

 

Recordemos que Sánchez Vázquez siempre defendió una estética abierta, dialéctica y humanista, acorde con la concepción marxista del hombre: el hombre como un ser creador, histórico, práctico y social. En la antología mencionada, en la que por cierto no incluyó textos de Revueltas (¿por qué?, ¿no los conocía?), el estudioso marxista incluyó escritos de numerosos críticos, filósofos, historiadores, políticos, revolucionarios y teóricos, que en conjunto revelan la gran diversidad de posturas y tendencias del universo estético marxista. La verdad es que no existe una estética común a todo el pensamiento marxista. Por el contrario, lo que se considera estética marxista es un conjunto de ideas e interpretaciones del arte, la historia y la sociedad, que reconocen su origen en las doctrinas de Marx, Engels y Lenin. Pero hubo también una estética marxista cerrada, dogmática y ortodoxa, que sustentó en la Unión Soviética una aberración llamada realismo socialista. Fue una concepción artística y estética supuestamente inspirada en el marxismo-leninismo, que privilegiaba la tradición, la no experimentación, el contenido en detrimento de la forma y la defensa del realismo a ultranza, impuesta arbitrariamente por el régimen estalinista.

 

Fuera de la Unión Soviética, el máximo exponente de la estética realista fue Georg Lukács (1885-1971), filósofo marxista húngaro que tardó treinta años en elaborar su teoría y que finalmente concretó en una obra magna: Estética (1963). Partiendo de la gnoseología marxista —en la que el conocimiento es el reflejo de la realidad en el cerebro del hombre: la conciencia del sujeto recibe el reflejo de la realidad a través de representaciones—, Lukács sostiene la tesis de que el arte es, en esencia, una reproducción verídica de la realidad. Para Lukács, el arte es una forma de conocimiento, al igual que la ciencia, sólo que a diferencia de esta, se expresa mediante imágenes. El reflejo artístico se distingue por su peculiar manera de materializarse. Ya concebido el arte como un reflejo de la realidad, el realismo se presenta como la expresión artística que mejor satisface la función cognoscitiva. De esta manera, el arte no realista aparece como un arte decadente e inferior. El arte auténtico, el arte verdadero, el que perdura y trasciende, es el realista, por su capacidad para reflejar la esencia de lo real.

 

La estética lukacsiana, con su concepción del arte como “reflejo” de la realidad, si bien tuvo en un momento numerosos seguidores, también tuvo detractores que la cuestionaron. En su antología Sánchez Vázquez presenta textos de Bertolt Brecht, Alexander Búrov, Roger Garaudy y Galvano della Volpe, quienes en mayor o menor medida tomaron distancia respecto del realismo lukacsiano. Aquí es cuando entra en escena José Revueltas, quien en la construcción de su teoría estética y artística reconocerá la gran aportación de Lukács, pero se irá distanciando del filósofo húngaro para afirmar una estética no limitada al realismo y que reivindique el desarrollo creativo del materialismo dialéctico. Podemos encontrar en los textos revueltianos —todos muy ricos en ideas— un hilo evolutivo que apunta en esa dirección. Por ejemplo, si en “El realismo en el arte” (1956) defiende abiertamente el realismo socialista (Cuestionamientos…pp. 47-62), en “Problemas del conocimiento estético” (1957) no duda en calificarlo de “teoría reaccionaria” (ibidem, p. 155).

 

En otros textos: “Belleza y estética” (1957), en el que comenta un artículo del mismo año de Alexander Búrov, y “Libertad del arte y estética mediatizada” (1964), Revueltas va más allá en su afán por construir un estética antidogmática. El segundo artículo es una larga querella contra el terror estalinista y el imperialismo, y el peligro que enfrenta el arte en el mundo dividido de la época. Para nuestro escritor, la libertad del arte es “la que menos puede ser tolerada por la razón de Estado […] la que resulta absolutamente intolerable. Porque la libertad del arte se desarrolla en proporción y en dirección inversas a la vigilancia de los ciudadanos por el Estado; el arte se hace más y más subversivo en la misma medida en que se hacen menos y menos posibles las oportunidades de un control del Estado por la ciudadanía” (ibidem, p. 185). Ante tal situación, propone rescatar a la estética —mediatizada por el utilitarismo y la razón de Estado— y devolverle su esencia libertaria.

 

Al mismo tiempo, Revueltas pide a los artistas que sean críticos de la realidad y que realicen su crítica como se los dicte “su temperamento, su estilo, la escuela a que pertenezcan o las tendencias sociales o estéticas que sustenten” (ibidem, p. 185). La consigna revueltiana es contundente: que los artistas sean críticos de la realidad. Escribe ahí mismo: “El arte es, por excelencia, la crítica de la realidad: algo más, por ende, que la crítica en manos de la ciudadanía; vale decir, algo más que la política” (ibidem, p. 185). Ante sociedades cada vez más y más opresivas, Revueltas propone al arte como un instrumento crítico de la realidad. El artista, el creador de arte, debe asumir esa responsabilidad. Más aún, debe convertirse en un “artista ideólogo”, dispuesto a cuestionar el poder con las armas de la crítica, como pide en un texto no incluido en Cuestionamientos… pero que se puede consultar en el MAM.

 

Como una entidad de la superestructura ideológica, el arte refleja las condiciones económicas, políticas, sociales y culturales, de su momento histórico. Sujeto a leyes dialécticas y por ser una actividad del “pensamiento histórico-crítico”, el arte tiene la capacidad de trascender tal reflejo, liberarse de sus condicionantes y perdurar a través del tiempo por una “determinación humana” que se llama libertad. Desde esta óptica dialéctico-materialista, cargado de ideología revolucionaria marxista, Revueltas cuestionó en su momento tanto la novela de la Revolución Mexicana como la llamada Escuela Mexicana de Pintura. Con respecto a esta, en un texto breve sobre Diego Rivera, fechado en diciembre de 1966, que se puede consultar en el MAM, afirma: “lo que ha dado en llamarse escuela mexicana de pintura no es sino una ficción democrático-burguesa, teñida de un marxismo ideológicamente chato y que no rebasa siquiera el nivel artesanal más pobre del conocimiento estético”.

 

Revueltas condena a la Escuela Mexicana por considerarla un mito ideológico de la burguesía que, según él, tomó el poder en México en 1917. Pero esta condena no se refiere a los pintores notables que dieron forma a la denominada escuela. El autor marxista escribió artículos elogiosos sobre los tres grandes maestros del muralismo. De Orozco destacó su pesimismo en un texto de 1939: “Difícilmente se encontrará, entre todos los pintores de todas las épocas, alguien que haya sabido mostrar con tanta violencia, con tanta voluntad destructora, la imposibilidad de la vida”. De Rivera publicó un texto a propósito de su sepelio en 1957, en el que exalta sobre todo su coherencia y su militancia comunista. De Siqueiros celebra su genialidad, su técnica y se refiere a él como el “hombre-pintura” en un texto de 1968. Son más los autores sobre los que escribió Revueltas —autores de distintas corrientes pues consideraba que todo era válido en la esfera del arte—, pero hablar de ello rebasa los límites de este ensayo. Hace falta un libro que recoja todos los textos de Revueltas en materia de arte y estética y, por supuesto, un estudio más amplio que revele su pensamiento al respecto.

 

*Fotografía: La exposición muestra textos de Revueltas sobre artes plásticas y que hoy son parte del acervo de la Universidad de Texas, en Austin / Cortesía Museo de Arte Moderno.

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