Teatro digital, nuevas propuestas
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La reapertura de los recintos en la Ciudad de México no han inhibido la continuidad de ideas desde el espacio virtual
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POR JUAN HERNÁNDEZ
La actualidad sigue prisionera de la incertidumbre, el miedo y la soledad. El futuro apocalíptico de la ciencia ficción o del cine distópico es el presente de un mundo que espera la cura de la Covid-19 para salvar vidas humanas y también la esperanza. Vemos a los otros y a nosotros a través de una pantalla que nos sumerge en la virtualidad, esa masa amorfa que está y no está en todos lados. Los creadores de teatro experimentan con el espacio, a partir de la experimentación, del acierto y el error, reconocen el camino para utilizar un lenguaje apropiado para el medio que les permitirá comunicarse en tiempos de pandemia.
La compañía Los Endebles, que tiene sede en La Capilla (Madrid 13, Coyoacán), es una de las agrupaciones creativas que toman el reto de la confusa actualidad y de la emergencia de las nuevas tecnologías para hacer una proposición para la red. Hasta luego, del dramaturgo suizo Antoine Jaccoud, dramaturgo, escritor, periodista y guionista —que tiene como preocupación creativa el desastre provocado por el ser humano en el mundo— es encarnada (la palabra mueve a ironía) por Boris Schoemann, como una puesta de “teatro digital”.
Dirigida por Daniel Bretón la obra se presenta los miércoles de marzo en la Sala Virtual de La Capilla. A diferencia de otras piezas que buscan una adaptación del lenguaje al espacio virtual, Bretón le apuesta al rigor del teatro profesional, a la calidad actoral y a una intención de invertir la ecuación: adaptar el medio al teatro.
Resulta altamente reconfortante para quienes están acostumbrados a ver teatro formal y en un ambiente presencial; sin embargo, esa sobriedad de la estética y del propósito de la dirección, lo mismo que la profundidad actoral, podrían estar lejos de la atención de los cibernautas acostumbrados a la rapidez como parte de la experiencia que viven a diario en la red.
Seguramente los creadores son conscientes de la inconveniencia, pero es algo que no parece preocuparles. Apostamos a que están pensando en el público cautivo, aquel acostumbrado a ver obras en el Teatro La Capilla con la intención de vibrar con la energía del teatro presencial. A ese tipo de espectador se atiende con la propuesta de Hasta luego, en el plano formal.
La puesta subraya el espacio físico en el que se lleva a cabo el hecho “real”. Sillas y mesas desordenadas convocan simbólicamente el caos, los movimientos del actor apelan al sentimiento de pesadumbre y desesperanza. La enunciación del texto adquiere el sentido de la interpretación que el director y el actor le dan en un contexto concreto: la actualidad trágica.
Se recurre a la tecnología para abarcar con amplitud la composición realizada en el foro, el trazo escénico, los movimientos y gestos del actor. La palabra fluye en tono de desaliento: el adiós.
La trama es la de un padre que piensa en los hijos que han partido a Marte, el planeta rojo que será la casa nueva de los humanos, luego del desastre ecológico causado a la tierra inhabitable. Las reflexiones del personaje, en la soledad, trascienden el objetivo del texto; la referencia al aislamiento por la pandemia y los cambios que ésta ha causado en las relaciones sociales se representan simbólicamente y con una fuerza devastadora.
Ese hombre en soledad añora la presencia de sus hijos y de él mismo tomando sentido de existencia en el reflejo de los actos de los otros. Sentarse a tomar café en una mesa, juntos, reír, contar historias; situaciones imposibles para este personaje solo, como no lo es también en la actualidad para miles o millones de personas en el mundo.
Hasta luego, de Jaccoud, se conoció por primera vez en México por medio de una lectura dramatizada en el Dramafest, en el 2018, con la traducción de Boris Schoemann. Ahora Schoemann la retoma y con la dirección de Daniel Bretón la convierte en una apuesta digital del teatro, para dar a conocer esta pieza que es más que pertinente en este momento de la historia de la humanidad.
En la transición actual de medios tradicionales a medios digitales, la obra se convierte en la anunciación desesperada de un futuro apocalíptico desde el punto de vista del autor. La nostalgia de la presencia duele y mueve a reflexión con relación al confinamiento por la pandemia. La amenaza a la salud del cuerpo se desvela, de acuerdo con Michel Foucault, como una forma de tiranía que no hace uso de fuerzas policiales.
La forma de la representación de Hasta luego busca subvertir la preponderancia del medio digital para hacer valer los principios fundamentales del teatro, y que supervivan incluso en la no comparecencia, en un mismo espacio y tiempo, de actor y público. Llevar la experiencia de la escena lo más integramente posible a la virtualidad se nos revela como la búsqueda o el esfuerzo diriamos imposible de esta propuesta en la virtualidad.
Se experimenta con la posibilidad de mantener la potencia del teatro en un medio que le desconoce; se subraya la incompatibilidad del teatro convencional o tradicional con la revolución digital; y se manifiesta la extrañeza ante la ausencia. La virtualidad comunica de una forma distinta a la naturaleza del teatro en su relación con el sentido de comunidad.
¿Volverán los hijos de Marte?, ¿volverá el teatro a ser presencial?, ¿se reunirán otra vez actores y público en un espacio común a pensar y reflexionar sobre los temas que desvelan los enigmas de la condición humana?, ¿volveremos a sentarnos en una mesa a reír y a contar historias con los otros? Hasta luego deja estas preguntas en el aire, en una especie de desazón y de adiós.
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