El oso, de Chéjov, una puesta virtual

Ene 16 • Escenarios, Miradas • 4377 Views • No hay comentarios en El oso, de Chéjov, una puesta virtual

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La pandemia ha dinamitado los mercados escénicos que ante la pandemia optan por regresar a los escenarios a través de las plataformas digitales

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POR JUAN HERNÁNDEZ
La pandemia está removiendo los pilares sobre los cuales se ha fundamentado el arte de la escena. El pensamiento empieza a generar propuestas que satisfagan al público que, por el momento, se encuentra en el espacio virtual. La Internet no sólo es una herramienta, también se ha convertido en soporte de las obras artísticas.

 

En la emergencia, resalta la propuesta de la compañía ArteGuerrero, pensada para la virtualidad. Se trata de una proposición que, desde su concepción, transgrede las convenciones del teatro, para hacer preguntas sobre la manera en que se piensa el concepto de la representación del teatro.

 

La obra El oso, original de Antón Chéjov, adaptada y dirigida por Alberto Santiago, goza de una cualidad específica: la de haber nacido en y para la virtualidad, entendida ésta como espacio no presencial, ni tangible, pero sí sensible, por medio del cual puede expresarse y dar vida al pensamiento, en este caso, de uno de los grandes dramaturgos del mundo.

 

Hay en esta propuesta artística un sentido virtual en la concepción de la dirección de las cámaras, con la intención de captar el detalle de la acción, de los gestos y de la intención de cada palabra; lo que significa un avance en términos del procesamiento de la obra, para ser colocada en un espacio distinto al del escenario tradicional.

 

De esta manera la escena amplía su territorio. Esta manera de representación es distinta a la del teatro presencial convencional. Pensamos a la escena en ese otro nivel meta-físico, en el cual se realiza la verdad del arte. Una verdad que se descubre con otra mirada y a través de una experiencia sí colectiva y, paradójicamente, vivida en la soledad frente a la pantalla de un ordenador.

 

El oso, de ArteGuerrero, ensancha las posibilidades del arte escénico; al mismo tiempo, investiga en las potencias de un texto, escrito en 1888 por Chéjov, que por su trascendencia sigue vigente en la actualidad y permite ser revisitada.

 

La obra, escrita antes de las famosas La gaviota (1896), Tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904), aborda un tema polémico para su tiempo y el nuestro, a saber: el de la condición femenina en una sociedad machista recalcitrante y conservadora.

 

Chéjov advertía, contra todo el pensamiento de la época, la innoble atención recibida por las mujeres sometidas y subestimadas; por lo que en El oso pone sobre la mesa una idea que dinamita tanto el condicionamiento femenino como el masculino.

 

El dramaturgo ruso recurre al humor de la comedia para aligerar el discurso. La propuesta Alberto Santiago, por otro lado, renuncia a ese tono humorístico, para subrayar el drama desgarrador que ocurre dentro de dos personajes centrales Elena y Gregorio; una mujer que ha vivido bajo el rigor del rol social que se le ha asignado, y un hombre incapaz de expresar sus emociones.

 

La resolución del drama tanto en el texto original, como en la puesta en escena de ArteGuerrero, es inesperado; no se resuelve en la conciliación entre los dos personajes, sino en la consciencia que adquieren ambos sobre la libertad de elegir. En el caso del personaje femenino se elige a ella misma, mientras que el varón rompe tabús para expresar sus emociones.

 

FOTO: El oso, adaptada y dirigida por Alberto Santiago, con Elena Garibay, Luis Ernesto Verdín, Juan Carlos Torres, estará en temporada en la Sala Virtual de El Milagro, los sábados a las 19 horas, hasta el 30 de enero. El código para ingresar se adquiere en elmilagro.boletopolis.com/ Alberto Santiago/Cortesía de la producción

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