Tenochtitlán: 500 años de la rebelión indígena

Ago 14 • destacamos, principales, Reflexiones • 11227 Views • No hay comentarios en Tenochtitlán: 500 años de la rebelión indígena

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El discurso oficial sobre la caída de la capital mexica sostiene que el triunfo de los españoles se debió a su superioridad técnica; sin embargo, los especialistas indican que esto se debió a las alianzas que Cortés formó con pueblos descontentos con los tenochcas

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POR ANTONIO DÍAZ 
Por décadas, a la caída de México-Tenochtitlán se le ha denominado como la “Conquista de México” y, en consecuencia, han surgido diferentes mitos. Uno de ellos ha sido que los españoles superaron a las fuerzas mexicas sólo porque tenían un armamento más sofisticado. Sin embargo, a 500 años de ese suceso, a partir de nuevos estudios, investigadores han dejado en evidencia que todo eso sucedió porque los españoles lograron entablar alianzas con grupos indígenas, quienes aceptaron, pues en ese momento estaban bajo el yugo mexica.

 

El poder que ejercían los mexicas sobre otros grupos indígenas no era menor y esto ocasionó una “rebelión de todos estos grupos”, un factor que Hernán Cortés supo aprovechar porque se “insertó en todos esos movimientos”, señala Marco Antonio Cervera, doctor en arqueología clásica por el Instituto Catalán de Arqueología Clásica y la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, España.

 

Para comprender el ejercicio de poder que practicaban los mexicas, Eduardo Corona, doctor en Antropología social, señala que es necesario entender que antes de la llegada de los españoles, existieron dos grandes aliados en la cuenca. Uno de ellos eran los tepanecas: Tenochtitlán, Tlatelolco y Azcapotzalco, y los acolhuas: Coatlinchán, Texcoco y Huexotla: “Los dos se enfrentan y pierden los acolhuas, pero después hubo una rebelión mexica contra Azcapotzalco y se crea la Triple Alianza. Cuando llegó Cortés, el imperio dominante era el Cem Anáhuac”, al que se le pagaban los tributos.

 

El imperio mexica, complementa Cervera, comenzó desde 1427 todo un proceso de expansión a lo largo de Mesoamérica y eso implicó que más grupos tuvieran que pagar tributos: “Por lo menos cada 80 días, los mexicas solicitaban a estos grupos que presentaran una tributación, de lo contrario les mandaban al ejército y devenían una serie de problemáticas. Conforme fueron avanzado los diversos gobiernos de los tlatoanis, llegó un punto en el que ya habían pasado 100 años de esa situación y muchos pueblos ya estaban un poco hartos”.

 

Ese hartazgo era notorio cuando llegó Hernán Cortés a las costas del actual territorio mexicano, por eso no le fue complicado entablar alianzas. Aunque hubo una primera batalla entre españoles e indígenas, en Cempoala el 27 de mayo de 1520, su gobernante, Xicomecóatl —al que Bernal Díaz del Castillo llamó Cacique Gordo—, llegó a un acuerdo con las tropas extranjeras.
El papel del Cacique Gordo no fue menor, indica la etnohistoriadora Pilar Ramírez, pues fue quien guió a Cortés hacia Tlaxcala y otros puntos estratégicos: “El Cacique Gordo dirigió a Hernán para que ganara aliados, le mostró el camino que tenía que seguir y a partir de ese momento, muchos cempoaltecas acompañaron a Cortés”.

 

En su travesía por Mesoamérica, el grupo español tuvo contacto con otros poblados, como los otomíes, los huejotzincas, chalcas y xochimilcas. En total, formó más de 20 alianzas; sin embargo, hubo una que sobresalió de todas, la de los tlaxcaltecas.

 

Los tlaxcaltecas, explica Marco Antonio Cervera, no eran tributarios de los mexicas. “Eran enemigos e incluso, los tlaxcaltecas promovían rebeliones entre los pueblos que sí daban tributos a Tenochtitlán. Es preciso establecer que el imperio mexica era un altépetl, es decir, un señorío y mal llamado reino. No había una unidad como la tenemos hoy en día, como México, sino que eran estos señoríos independientes. Entonces, había una situación geopolítica bastante compleja en la que Tenochtitlán —que era la que controlaba la situación— tenía aliados, enemigos y varios pueblos sometidos y que, por lo mismo, no dejaban de ser enemigos. En ese entonces había constantemente rebeliones y Tenochtitlán las sofocaba”.

 

Situación geopolítica

 

Tenochtitlán fue un asentamiento con un entorno lacustre que exigía a las poblaciones dominadas un tributo de diferentes tipos porque gracias a eso es que el imperio podía vivir. Esos tributos, detalla Marco Antonio Cervera, podían ser materias primas. Por ejemplo, para la elaboración de un escudo de plumas, de acuerdo con estudios recientes, se requerían alrededor de 25 mil plumas.
“Para armar a todo un ejército con escudos se requerían 500 mil plumas. Pero este es sólo un ejemplo de la infraestructura que manejaba el imperio. A eso habría que sumarle, madera, comida, obsidiana. Era un requerimiento muy fuerte, porque Tenochtitlán le invertía muchos recursos para conquistar a otros pueblos que finalmente le iban a retribuir con los tributos y de esa forma se cerraba el sistema económico mexica. Cada 80 días solicitaban eso en lo que cada región o pueblo era especialista”, dice Cervera.

 

Las cosas que llegaron a pedir los mexicas eran muy variadas, esto de acuerdo con lo documentado en el Códice Mendoza, en el que se mencionan productos manufacturados como trajes de guerreros, escudos de plumas, así como materias primas: piedra, madera, manojos de plumas y alimentos: “Se sabe que también llegaban trojes de maíz, frijol. Por todos lados llegaban todo tipo de productos y entonces los mexicas reciclaban en sus diferentes actividades y algunas cosas se guardaban para que en momentos de crisis se repartieran a la población. En tanto que con otros tributos se armaban nuevas campañas”.

 

En caso de que alguna población se revelara, una vez que controlaban la situación, los mexicas les exigían algún producto de la región y un segundo, “algo más complicado”. Sin embargo, se documentaron “casos particulares”, indica Cervera. Uno de ellos tuvo lugar en la zona de Guerrero: “Masacraron a toda la población. La manera en que (las poblaciones) demostraban una rebelión era que cerraban los caminos de llegada y con esto los mexicas se enteraban y mandaban al ejército a poner orden. En este caso los masacraron y a la poca población que quedó se la llevaron para hacer una suerte de ‘comercio de personas’, porque era una actividad que ya hacían los mexicas. Pero en esa zona era importante por sus cacahuatales y algodonales, entonces los mexicas mandaron a repoblar, pues económicamente era una zona redituable”.

 

Contrario a lo hecho por otros imperios, explica el arqueólogo, una vez que lograban doblegar a alguna población, los mexicas no enviaban a algún gobernante: “De ahí que está mal dicho ‘el emperador azteca’; era una suerte de imperio económico en el que mientras se diera el tributo no había problema, incluso podían tener sus propios gobernantes y creencias. Además los
mexicas constantemente sofocaron rebeliones para evitar que se hiciera un encadenamiento. Toda Mesoamérica estaba en este contexto hostil. Hay información de que, como una manera para atacar indirectamente a Tenochtitlán, Tlaxcala promovía las rebeliones”.

 

El pago de tributo a los mexicas se terminó cuando los representantes mexicas llegaron a Cempoala y se encontraron con las fuerzas de Hernán Cortés, quien les habría indicado que ya no se les iba a dar nada, lo que provocó un “desequilibrio” en el imperio, pues desconocían quiénes eran y de dónde venían esas personas.
“Al ver esa situación, dan por sentado que (los españoles) eran sus aliados y de alguna manera se empieza a ‘correr la voz’ de que hay gente que ya no está pagando el tributo y se van uniendo. Poco a poco se va a desencadenar lo que llamo ‘una macrorrebelión’, algo que los mexicas estuvieron evitando y, para colmo, sus propios aliados se empiezan a cambiar de bando hasta que Tenochtitlán se queda sola”, comenta el especialista.

 

La gran ciudad se queda sin aliados porque antes de su toma el 13 de agosto de 1521, se rompió la Triple Alianza, pues ya no había un reparto “equilibrado” de los tributos: “Un 40% era para Tenochtitlán, otro 40 para Texcoco, que eran los dos aliados ‘fuertes’, y a Tlacopan le daban el resto. Con el paso del tiempo Tenochtitlán se fue quedando con la mayor parte del tributo. Si se hablara de un verdadero traidor de Tenochtitlán, no de México como país porque no existía, sería la gente de Texcoco. Obviamente ahorita ya no cabe ningún reclamo hacia los texcocanos, pero en ese momento los de Texcoco les voltearon bandera, tan es así que la construcción de los bergantines con los que Hernán Cortés atacó se hizo ahí. Pero en realidad, la llegada de Cortés marca una gran guerra mesoamericana como nunca se había dado y por eso vemos que no es una conquista española, eso es falso, en realidad se trató de una rebelión de todos estos grupos indígenas y de alguna forma Cortés se va a insertar en eso”, sostiene Cervera.

 

En su análisis sobre la Conquista, el arqueólogo también considera las cifras; propone que hubo aproximadamente 100 mil aliados indígenas y alrededor de 900 españoles. En tanto que del lado de Tenochtitlán hubo 50 mil individuos, pero únicamente cerca de 20 mil fueron efectivos combatientes.

 

“Fue toda una infraestructura sin la que Cortés no hubiera hecho nada, hubiera fallecido rápidamente con sus 900 españoles. De hecho, estaban en situación de supervivencia. Hay que imaginar que llegaron a una tierra hostil que estaba prácticamente en guerra, donde no conocían el idioma, el territorio ni nada. No es que llegara Cortés como Superman a conocer todo; poco a poco se fue enterando y se tuvo que allegar de aliados para que le fueran ayudando a sobrevivir, esto es muy importante porque siempre se ha pensado que los indígenas estaban sometidos a Cortés y eran solamente como sirvientes; no era así, lo estaban ayudando a sobrevivir, porque literalmente le dieron comida, armamento y le iban informando por dónde era conveniente acercarse.

 

“Independientemente de que los mexicas se ganaron esta situación por todo lo que fueron cultivando políticamente, al mismo tiempo, sí hicieron una muy buena defensa de la ciudad. Fue una defensa heroica, pues estuvieron hasta el último momento para defender. No hay que verlos como los vencidos. No son los grandes héroes, pues se ganaron esta situación. Prácticamente fue Tenochtitlán contra gran parte de Mesoamérica, lo de menos eran los españoles. Por lo mismo, ya no podemos seguir hablando de la Conquista española de México, porque ni fue española y México no existía. Desde mi opinión, fue una intervención armada indígena en contra de los mexicas y su imperio”, concluye Cervera.

 

FOTO: Fragmento del lienzo de Tlaxcala en el que se muestra el cerco a la ciudad de México-Tenochtitlán /Crédito: Mediateca INAH

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