Werner Herzog y la autenticidad impostora
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Un hombre como cualquier otro tiene un trabajo curioso cuyo objetivo es suplantar la identidad de los familiares de sus clientes, para hacerlos felices
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POR JORGE AYALA BLANCO
En la cinta vía streaming Family Romance, LLC (EU, 2019), diáfano opus 69 del legendario alemán universal ahora además guionista y fotógrafo a los 77 años Werner Herzog (El hombre oso 05, La cueva de los sueños olvidados 11), el empresario japonés de impoluto traje gris con angosta corbata ad hoc y anacrónico chaleco Yuichi Ishii (él mismo) espera sobriamente ansioso entre la muchedumbre de un parque público la llegada de la encantadora pero timidísima niña de 12 años con dientitos levemente saltones Mahiro (ella misma), se presenta como su padre (“Después de que naciste tu madre y yo nos peleamos, tengo otra familia, sin embargo eres mi primogénita, cada vez que quería contactarte mi nueva familia me lo impedía”), pasea con ella en el bello parque Yoyegi de Tokio entre selfies con bufanda de flores de cerezo en el árbol y malabaristas y aprendices de samurái que practican cual torerillos con inofensivo sable el duelo o el harakiri, haciendo sentir muy a gusto a la prepúber en el paisaje rosado aunque sin lograr sacarla de su ensimismamiento, cosa que no obstante el hombre irá logrando con enorme y peligroso éxito en futuros encuentros con la pequeña, sola o con una amiguita discriminada por morena (Airi Coats), y luego incluso con la aún guaposa madre superafluente de Mahiro (Miki Fujimaki), a quien el buen Ishii pasa de continuo a cobrarle la cuenta, pues todo era una impostura del varón, quien no es ni más ni menos que el dueño de una insólita agencia proveedora de los acompañantes sustitutos deseados por los más diversos contratantes (que se detallan), una de tantas empresas de su tipo que empiezan a proliferar en Japón, y cuyos inesperados resultados aquí, totalmente prohibidos, será el prohibidísimo enamoramiento tanto de la hija como de la madre medio millonarias, sobre todo después de que el suplantador ideal Ishii acompañe a Mahiro a palpar a un diminuto puercoespín en un café y a la adulta a consultar a una enceguecida anciana-oráculo viviente (Take Nakamura) o a telefonearle en los arrecifes del norte del país a las víctimas de aquel devastador tsunami, poniendo a todos en predicamento a causa de las flagrantes paradojas de la autenticidad impostora.
La autenticidad impostora se estructura mediante breves segmentos que involucran tanto al protagonista acompañado de su potencial nueva familia como algunas vicisitudes al lado de los miembros de su agencia, segmentos inconsecuentes y dramáticamente indeterminados, segmentos sorpresivos y casi aventureros, segmentos en los más diversos tonos líricos jamás melancólicos, siempre eufóricamente victoriosos, trátese de un sucedáneo padre no alcohólico vergonzoso para la engalanada novia hermosa, de los falsos paparazzi por quienes ha soñado verse perseguida una fallida rock star cuarentona, del adjunto-suplantador que recibirá el humillante regaño a que se ha hecho merecedor un empleado culpable de varios funestos segundos de retraso o adelanto del tren bala, o de la jubilosa claque que comunica el supuesto nuevo triunfo en la lotería de una mujer solitaria que desde joven nunca pudo volver a ganarla, y así, constituyendo cada segmento un episodio entre la sátira y la ignominia, para poner en juego todos los asideros posibles de la necesidad de afecto o de compromiso social, la miseria relacional moderna en el mundo de las noticias falsas, la posverdad y la autárquica impostura instituida.
La autenticidad impostora se mueve estilísticamente en la frontera de la ficción y el documental o del híbrido elásticamente monstruoso de ambos: la docuficción y sus inasibles tendencias extremas (a las que se inserta por avieso derecho propio este Family Romance, LLC), la descarada ficción con tanda de volanderas imágenes filmadas por drones abarcando un ajeno Tokio cenital con hormigas humanas en medio, y el documental con una minicámara de calidad profesional 4K operada por el realizador-hombre orquesta y que pasa inadvertida por los paseantes y la ultraseguridad del tren bala, el estilo libre e improvisado a partir de una situación simple y alguna frase-disparo, la exquisita estilización realista y supragenérica límite con edición sincrética de Sean Scanell (planos secuencia, montaje al cambiante capricho instantáneo) y música lívida muy dosificada de Ernst Reijseger, la estrategia fatal ficción-documental vuelta venturosa para que se recuperen los intransitables territorios salvajes herzoguianos (Aguirre la ira de Dios 72, Fitzcarraldo 82) y los sordiciegos (País del silencio y la oscuridad 71) y los hipnóticos (El corazón de vidrio 76) y los telúricos espejismos apocalípticos (de Fata morgana 71 a Encuentros en el fin del mundo 07) sin salir de la disciplinaria pesadilla hipercivilizada nipona y sin dejar de abarcar las mutantes arenas movedizas del mejor cine oriental-vestigio de hoy: las jocundas heterodoxias familiares de Kore-eda (Un asunto de familia 18) y la invadida impostura familionuclear de Bong Joon-ho (Parásitos 19).
La autenticidad impostora lleva así hasta sus últimas consecuencias funcionales humanísticas/antihumanisticas algunas ideas del profético pensador Jean Baudrillard sobre la sociedad del simulacro, el proceso de irreversible desmaterialización de la realidad, el mundo donde lo auténtico ha sido reemplazado por la copia de lo real, el involucramiento en una ilusión a un grado en el que sus detentadores usufructuarios son incapaces de notarlo, y también, según ahora Herzog, la confusión entre el simulacro de la vida actuada y la imposible libertad de la vida espontánea e insatisfactoria, la supercomunicación virtual que sólo engendra soledad y frustración deseante, el recóndito refugio obsesivo en la perfección del placer sustitutivo ya irremplazable.
Y la autenticidad impostora socava a un impotente ético Ishii vencido en la puerta, bajo la cruel evidencia de que todo en el mundo es impostura, pero la afectividad generada será, bendita/maldita sea la cosa, verdadera.
FOTO: Family Romance LLC se estrenó en el Festival de Cine de Cannes en 2019./ Especial
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