“Bardo”, una serpiente que se muerde la cola

Dic 10 • Miradas, Pantallas • 4208 Views • No hay comentarios en “Bardo”, una serpiente que se muerde la cola

 

La cinta de corte surrealista del director Alejandro González Iñárritu, que ha causado opiniones divididas, finalmente se estrenará en Netflix el próximo 16 de diciembre

 

POR JOVANY HURTADO GARCÍA
En cartelera se encuentra la nueva película de Alejando González Iñárritu Bardo, Falsa crónica de unas cuantas verdades. Sería pertinente partir del principio, ¿qué es Bardo? Era la persona que en la Europa antigua se encargaba de transmitir poemas, leyendas e historias de forma oral; puede ser barro o fango; y para los argentinos es descontrol o lío. Se tiene por lo tanto la historia descontrolada de la vida de un hombre que se llama Silverio Gama —gran interpretación de Daniel Giménez Cacho— o que también puede llamarse México. Recorre con su libreta roja una historia de tiempos y espacios desfasados. ¿Qué trae escrito en su libreta roja? ¿La historia que nos cuenta? ¿O la historia narra desde la muerte? ¿Lo que hace el espectador es meterse a la mente de Silverio y ver proyectadas las imágenes que él quiere enseñar y no parecen tener coherencia entre ellas?

 

La película es guiada por ese cordón umbilical, retorcido y sangrante como la historia de México, como la realidad de los personajes. No hay una lógica del tiempo y ahí radica la originalidad de Iñárritu que regala una cinta para el disfrute y a su vez le exige al espectador se interrogue a lo largo de la misma: ¿Lucía vive en el recuerdo de Silverio o murió en el parto de Mateo? ¿Han muerto también los padres? Cada escena se sobrepone a la anterior y parece que no existe relación, pero al final hay una lógica. Bardo es una serpiente que termina por morderse la cola, ese principio complejo es el final y el final es el principio, la película empieza para no terminar nunca, concluye dejando la pregunta sin respuesta.

 

¿Qué verdad y cuál falsedad se cuenta en la crónica? Aparece la historia de un país lastimado de origen. No importa que haya tragedia, el mexicano siempre hace de ello momentos históricos: la patria mancillada viendo izar la bandera de los Estados Unidos de América en el Castillo de Chapultepec no fue un hecho tan importante como el acto heroico del niño que se lanzó envuelto con el lábaro patrio.

 

La crónica muestra la tragedia de México y es narrada con la pluralidad de las voces a las cuales González Iñárritu les otorga la palabra. Los migrantes cruzan el desierto y llegan a la frontera porque necesitan la oportunidad de sobrevivir, aspiran a tener una vida distinta y por ello transitan por tierras inhóspitas: empanizados de polvo, con la boca seca y la piel partida. Esperan llegar al sueño gringo y alcanzar la vida que ansían. Cruzan sin importar lo que dejan atrás. Tienen temor de perder su identidad, pero terminan exigiendo ser reconocidos como los otros, quieren formar parte de la historia de éxito.

 

Bardo nos regala la foto majestuosa de la Ciudad de México, la única que en el alba vence a la muerte. Esa foto recuerda la poesía de Efraín Huerta: “Ciudad que llevas dentro/ mi corazón, mi pena, / la desgracia verdosa/ de los hombres del alba, / mil voces descompuestas/ por el frío y el hambre.” Esas voces son las que caen en las calles de la ciudad cuando la noche ha vencido al día, y Silverio transita viendo pasar el tiempo que se refleja en el cambio de distintos modelos de automóviles, las vestimentas, los cortes de cabello, la música. Cruza el Centro de la Ciudad porque ahí se encuentra la historia, apilada como los cuerpos de los desaparecidos, de las mujeres asesinadas, de los sin nombre que exclaman para no ser olvidados. Bardo pone a Hernán Cortés en el Zócalo y frente a Palacio Nacional le da voz con las palabras de Octavio Paz, para narrar su historia buscando se le haga justicia. ¿Cuál es la verdad? ¿Con qué realidad histórica se queda quien ve la película? Sin duda con la gran fotografía. Con el estremecimiento de un bebé que se resiste a nacer en un mundo que va mal y no le garantiza un futuro. Regresa al vientre de su madre y recuerda el lazo del primer hogar de todos, el espacio de seguridad donde se desearía habitar siempre. En contrapartida aparecen las casas abandonadas, cubiertas de tierra del desierto, de agua donde nadan los tres ajolotes que recuerdan el origen de la nación. Regresar al vientre es evitar ser narrado en una historia desquiciante y sin futuro. Estar en el vientre es volver a ver a los padres y saber que su ausencia se comprende cuando ya no se puede escuchar su voz ni sentir su abrazo, y que ellos son los formadores de la identidad. Bardo regresa al origen desde una mirada surrealista por momentos parecida a la de Buñuel, narra la crónica de los siglos que es México e intenta entender desde esa mirada histórica los problemas y las esperanzas del país. Iñárritu logra hacer sentir la realidad de México porque retoma los colores, los sonidos, los olores, las luces y las sombras. Alejandro González Iñárritu es Silverio Gama porque narra su historia. Bardo es una película que exige un público activo, que esté dispuesto a participar en la misma: porque Silverio Gama es todos, y ese todos es la colectividad sin voz de la crónica.

 

FOTO: El guion de Bardo, Falsa crónica de unas cuantas verdades fue escrito por Alejandro González Iñárritu y Nicolás Giacobone/ ESPECIAL

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