José Guadalupe Posada: por un Museo posible, medio siglo después

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A 50 años de su fundación, el espacio dedicado al grabador carece de una curaduría informada de las últimas investigaciones que conecte su obra con la realidad actual

 

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
Hace 50 años se inauguró el Museo y Unidad Cultural José Guadalupe Posada, en la ciudad de Aguascalientes, cuna del grabador, que se ha convertido en uno de los artistas mexicanos que asoman por varios museos de todo el mundo.

 

El Museo Posada es un recinto creado por el maestro Víctor Sandoval, quien ha sido uno de los mayores promotores culturales de nuestro país. Ubicado al lado del Templo del Señor del Encino, en el barrio del mismo nombre, también conocido como Barrio de Triana; el edificio fue parte de la casa cural del templo. Esta zona se ubica en el extremo opuesto del Barrio de San Marcos, lugar de nacimiento de Posada, donde aún existe la casa donde nació y vivió hasta mudarse a León, en 1871, a los 19 años.

 

Esta unidad cultural que ha sido el Museo Posada, fue el primer museo del Estado de Aguascalientes y se convirtió en motivo de orgullo y en estímulo para que en los años siguientes se conformaran muchos otros más.

 

En una entrevista previa a la inauguración, realizada por Guadalupe Appendini, don Víctor Sandoval afirmaba que “el museo contará con varias secciones en donde se desarrollará un esquema histórico del arte del grabado… en la primera sala tendrá una ambientación de la época en donde desarrolló su sensibilidad artística: prensas, buriles, fotografías y sus primeros trabajos hechos en Aguascalientes”. Después continúo: “La sala principal será ocupada por los originales y reproducciones de la obra de este artista… Será un museo vivo… y se contará con todos los adelantos modernos”.

 

Sin embargo, en sentido estricto, este espacio nunca se ha constituido verdaderamente como un museo, pues sólo ha sido una galería que recoge la obra de Posada publicada e impresa por el taller de Antonio Vanegas Arroyo, con quien Posada colaboró durante más de veinte años, en una suerte de freelance, nunca como un empleado.

 

El resto de la obra conocida y localizada en las últimas décadas no existe ni se puede ver este recinto; lo paradójico es que ni siquiera hay una muestra de las litografías que realizó Posada en esa ciudad, como señalaba Sandoval que existirían.

 

Es extraño pues, desde hace sesenta años, en 1952, Francisco Antúnez, uno de los personajes vitales para el estudio de Posada y de los impresos en este país, publicó Primicias litográficas del grabador J. Guadalupe Posada, que contiene una espléndida carpeta donde se recogen los primeros trabajos que realizó en Aguascalientes y en León.

 

Antúnez recobró la obra de un joven caricaturista, quien a los 19 años publicó once caricaturas, realizadas en litografía, que son un brillante espejo de la obra que se podía leer en periódicos satíricos de la Ciudad de México, como La Orquesta, durante la época de oro de la caricatura mexicana.

 

Pero además, esa carpeta recoge espléndidos trabajos comerciales que muestran a un Posada joven y vigoroso, con una calidad estética y ajena al mito creado por Diego Rivera y recreado por Leopoldo Méndez.

 

Ni siquiera durante la única remodelación y reestructuración que tuvo el Museo, en 2010, se muestra o hacen referencia de las obras de Posada en su ciudad natal, a pesar de que en el catálogo publicado, Posada. El genio de la estampa, se mencionan esos trabajos tan importantes para mostrar los orígenes de este gigante del arte mexicano.
Durante dicha remodelación solamente se modernizó la museografía, con un espacio mejorado y una circulación adecuada, pero la obra que se encuentra en exhibición sigue careciendo de una lógica cronológica y estética.

 

Un museo es, entre otras cosas, una memoria y una reflexión temática. Es por ello que se requiere, con urgencia, una curaduría profesional acorde a las investigaciones realizadas en los últimos veinte años, donde se han destacado importantes descubrimientos y aportaciones de diversos investigadores.

 

El Museo Posada, medio siglo después, sigue siendo una Unidad Cultural, como fue bautizado originalmente. Un espacio que muestra de manera sencilla y limitada una parte muy fragmentada de la obra de Posada.

 

Un museo es algo más.

 

Debe tener un discurso museográfico que devele la obra de este artista y no solamente un espacio para verse bonito, para congregar y adornar vitrina y paredes. El museo debería tener como función esencial ser un lugar de memoria de la realidad; un espacio lúdico, que congregue y sea espejo de la época del artista y esté conectada con la realidad del siglo XXI.

 

En términos museográficos, debería tener, además de la exhibición de obra, una vocación dedicada al estudio y la conservación. Un recinto que contemple un centro de investigaciones, que cuente con un archivo profesional y una bodega con características especiales que resguarden la obra; un área de difusión y promoción y otra de publicaciones (ni siquiera existen, o cuando menos jamás circulan), entre muchas características más.

 

El Museo Posada, hasta la fecha, no cuenta con nada de esto. Ni siquiera hay un museógrafo ni un equipo técnico para el montaje. Su personal se limita al mínimo, a pesar del entusiasmo de algunos de sus directores, ha carecido, y carece, de estos elementos.

 

Los gobiernos estatales, municipales y federales, han desdeñado al Museo Posada, a pesar de que suelen vanagloriarse con el nombre del grabador.

 

No han entendido que este recinto podría convertirse en una suerte de santuario pues, desde hace varios años, es un referente artístico en el mundo (el caso más patético es la comercialización de la Barbie Catrina, que es explotada por una marca comercial, y que da idea de las posibilidades comerciales que tiene o puede tener la industria cultural).

 

Desde hace 50 años, el Museo Posada muestra, prácticamente, la misma obra; en 2007, hubo la oportunidad de modificar la museografía cuando el gobierno adquirió la casa vecina, adjunta al museo, que fue derrumbada y se logró ampliar la sala principal.

 

Del desdén de las autoridades de municipales, estatales y federales, da cuenta el imperdonable descuido que tiene la casa en donde nació. Hace unos meses encontré una nota que mostraba parte de esa indolencia: la placa que daba fe del nacimiento de Posada, se encontraba a punto de caer. Para escribir esta nota le pedí a mi amigo Antonio Guerrero que se diera una vuelta por aquel lugar y la sorpresa fue mayúscula: la placa ya ni siquiera se encuentra y el edificio está descuidado.

 

Actual estado de la casa donde nació el grabador. Crédito: Antonio Guerrero

 

En las últimas dos décadas se han publicado varios libros, que muestran que Posada es más que la Catrina y más que la obra impresa en el Taller de don Antonio Vanegas Arroyo (gracias a quien se ha mantenido y conocido estos últimos 100 años, por cierto).

 

La obra de Posada se encuentra dispersa y retrata una diversidad de imágenes del México de ayer y que siguen vigentes en el hoy.

 

Medio siglo después, a pesar de homenajes y de libros, José Guadalupe Posada sigue esperando un verdadero museo, referente del artista a nivel nacional e internacional. Aguascalientes, León y la Ciudad de México, las ciudades que se vieron agraciadas con su obra, se lo deben y Posada, bien que lo merece.

 

FOTO: Recorrido de inauguración del museo, en 1972/ Facebook del Museo José Gadalupe Posada

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