La injuria no me llega: una revisión a la iniciativa de la ley de imprenta

Feb 18 • destacamos, Reflexiones • 1272 Views • No hay comentarios en La injuria no me llega: una revisión a la iniciativa de la ley de imprenta

 

Una anacrónica ley sobre la materia en tiempos de Venustiano Carranza busca ser revivida por el partido en el poder para castigar a cualquiera que insulte… al Presidente

 

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
¡Quién lo diría!

Medio siglo después de que el presidente Gustavo Díaz Ordaz pronunciara estas palabras, se escucha el lamento de una diputada de Morena, ante las críticas que se realizan al Presidente y demás gobernantes, críticas y cuestionamientos normales en una democracia, no así en un Estado autoritario.

 

Bennelly Jocabeth Hernández Ruedas es la legisladora cuyo único recuerdo público se le refiere al encontrársele, junto con otras dos mujeres, una maleta con un millón de pesos, cuando era funcionaria a las órdenes del senador Ricardo Monreal Ávila, entonces jefe delegacional de Cuauhtémoc.

 

Cincuenta y cinco años después del discurso de Díaz Ordaz en donde se sacude la injuria y calumnia, estos grises, guinda personajes, se asoman al escenario cual si fueran cómicos salidos de una comedia franquista o stalinista, para el caso es lo mismo, tratando de castigar a quien ose injuriar al poder.

 

¿Qué es injuria?,
dices, mientras clavas en mi lápiz
una iniciativa de ley para censurar,
Injurias eres tú.

 

Durante décadas, el poder priista exigió un silencio ominoso. Durante años, he revisado miles de páginas con otras tantas caricaturas y el resultado es el mismo: el Presidente es intocable, es el hombre que se coloca en un nicho para desde ahí juzgar a vivos y muertos y cuyo reino no tendría fin.

 

Desde 1929, año de nacimiento de la 1T, hasta los años 70 era imposible criticar al Presidente en los medios de comunicación. Resulta casi imposible encontrar una caricatura crítica a alguno de los Presidentes.

 

Los caricaturistas debieron morderse un… lápiz para dejar impunes las fechorías sexenales. Revisar los cartones de antaño, es mirar la impunidad del poder. Ya he mencionado lo vergonzoso de un cartón que criticaba que López Mateos era muy guapo como para hacerle una caricatura.

 

Muchos de los panegiristas de AMLO, antaño fueron feroces críticos de todos sus antecesores. Resulta vergonzoso verle fanfarronear con consignas en contra de Calderón (a Peña Nieto no lo tocan, curiosamente) mientras exclaman, como el difunto Helguera, “porque he de criticar a un Presidente que toda la vida he soñado”.

 

La anacrónica ley sobre imprenta, promulgada en 1917 y que debiera desecharse entera, señala como delito (y que constituye un ataque al orden o a la paz pública): “Se injurie a las autoridades del país con el objeto de atraer sobre ellas el odio, desprecio o ridículo; o con el mismo objeto se ataque a los cuerpos públicos colegiados, al Ejército o Guardia Nacional o a los miembros de aquéllos y éstas, con motivo de sus funciones; se injurie a las naciones amigas, a los soberanos o Jefes de ellas o a sus legítimos representantes en el país; o se aconseje, excite o provoque a la comisión de un delito determinado”, entre otras joyitas dignas de “Por mi madre, bohemios”, que harían la delicia de Carlos Monsiváis.

 

Por cierto, sobre Díaz Ordaz, Monsiváis escribió: “Cree en la patraña y la convierte en dogma: hay una conjura que pretende ridiculizarlo y agraviarlo porque él, entre otros de sus atributos, es literalmente la Nación”.

 

Pero AMLO no es igual, él no es la Nación, él es el pueblo.

 

Dejar pasar una injuria como esta que pretenden los diputados de Morena sería una atrocidad más de este nuevo-viejo grupo de poder que demuestra que el PRI es como la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma (en 4T).

 

CARICATURA: KEMCHS

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