Nuevas luces de Revueltas

Abr 29 • destacamos, principales, Reflexiones • 1164 Views • No hay comentarios en Nuevas luces de Revueltas

 

Dos guiones inéditos de José Revueltas, El luto humano, de 1944, y Los treinta dineros, de finales de los 40, se integran al corpus del escritor duranguense gracias a la edición filológica de José Manuel Mateo

 

POR ELÍAS Y PRAXEDIS RAZO

La película imaginada

Durante décadas, y cuando bien le ha ido, se ha visto al guion, a su elaboración en algunos casos siempre en proceso hasta llegar a la pantalla, con indiferencia. En la sociedad de lo pulcro, de la novedad, del acabado perfecto, cualquier rastro de la opacidad de un trabajo, cualquier huella del trabajo mismo se esconde, se disimula. Su condición había sido la de una anomalía bien conservada.

 

Al cajón de los bocetos, de las agendas viejas y cuadernos de notas deshojados. Allá iba a dar el guion, trémulo tránsito hacia la gran obra cinematográfica. Ahí, en ese semidesprecio, estaban custodiadas dos obras que hoy abonan profundidad y viveza al corpus revueltista. El luto humano, fechado en 1944, y Los treinta dineros, de finales de la década de los 40, ambos textos hasta ahora inéditos, hoy cuentan con una especializada edición filológica, la primera en la historia del autor duranguense, en manos de José Manuel Mateo, una de las voces que más ha trazado nuevas sendas en la materia desde la UNAM.

 

Víctima de ediciones elegantes (en el caso de La otra, Comisión Nacional de Cinematografía, 1949), desaseadas (el caso de El apando, Plaza y Valdés/Conaculta, 1995), o categóricas (Tierra y libertad, Era, 1981), algunos guiones de José Revueltas ya han podido ser leídos. Nunca se había escarbado tanto en el archivo revueltiano hasta llegar a los trabajos que no llegaron a filmarse.

 

El luto…, nos comenta Mateo, primer trabajo de autoadaptación, “es un guion que Revueltas escribió rápido, poco después de publicada la novela. Intentó colocarlo en Hollywood, en un viaje que hizo a Los Ángeles, y no lo consiguió”. Por su contenido vehementemente político, podríamos pensar, se prefirió ignorarlo.

 

“Nunca fue un cine en el que su manufactura saliera de los modos de la época, pero siempre su materia política va a destacar”, comenta Mateo, “era un cine político que se amoldaba al cine de la época. Además, en el trasfondo de El luto humano se señala cómo el Estado mexicano se forma a partir de la participación de un sicario a sueldo por parte del gobierno para la eliminación de sus enemigos políticos. Puesto así suena muy fuerte. Visto en el cine, todavía más”.

 

En México, en medio de los ánimos que le impuso su trabajo de guionista, adaptando a Jack London, en El mexicano (Delgado, 1944), intentó rodar su propio guion con Manuel Álvarez Bravo como fotógrafo, “una visión artística inédita, con miras de un cine experimental sin pretender ejercicios demasiado disruptivos a nivel narrativo”, continúa confiándonos José Manuel, también investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad.

 

Hay testimonios de que visitaron alguna presa como escenario, el propio guion mecanografiado (una de sus dos versiones existentes) depositado en la Fundación Álvarez Bravo, son vestigios de un esfuerzo por llevar a cabo de manera independiente la película, pero no pudo llegar a realizarse “seguramente por la vida tan agitada que tenía Revueltas, que iba de la militancia política, la escritura literaria, el trabajo periodístico, la vida familiar nada simple”, acota Mateo.

 

No hay que olvidar que para 1944, Revueltas apenas si es un debutante en una industria cinematográfica, la mexicana, recelosa, cerrada, sagaz que no necesariamente podía permitir con agrado que se iniciara una película con la muerte de un recién nacido, que se hablara una lengua originaria en pantalla, que se trasluciera una huelga, que se desnudara a la Revolución, que se expusiera sobre el aborto como “una especie de estrategia de resistencia colectiva al exterior, a lo masculino”, menciona José Manuel al numerar algunos de los ingredientes más potentes de El luto…, y remata: “Imaginar ver eso en una película de los años 40 era prácticamente imposible”.

 

Además, por si fuera poco, hay una “voz narrativa” hacia el final del guion de El luto humano de tono inusual para el común denominador de las películas de entonces y de ahora. Una voz en off omnipotente, una voz del entorno poético que acompaña una escena donde “la cámara remonta el cauce del río (…). Luego puede verse una avalancha de agua que ocupa todo el cauce (…) con un ruido siniestro (…)”, y que vale la pena citar como uno de los hallazgos de esa película imaginada por Revueltas:

 

Río turbio, jamás de agua clara. Río taimado, vencedor al fin. Nada pudo el hombre contra tu voluntad terca, nada contra tus aguas, nada contra tus caprichos, río maldito. Ocuparás la tierra entera porque eres como un destino sombrío, obstinado, nocturno y lleno de sobrenatural porfía. Río que después de negarte, te desatas en furia. En una furia más antigua que el hombre y que la tierra, profundo y desesperanzado río de la muerte.

 

Despojado de su espacio reflexivo que se otorga en su novela, José Revueltas introduce otro elemento más de avanzada. Monta un recurso antiguo, el de los intertítulos de la era silente que se permitían paladear asuntos de esa índole en un segmento que el cine le dedicaba enfáticamente al mundo textual, en una escena pensada como muy sugestiva en su modernidad audiovisual.

 

“Revueltas está por encima de la industria cinematográfica de su tiempo”, afirma José Manuel, “como también está por encima de algunos recursos ideológicos actuales, que son los que a veces impiden que nos aproximemos a él”.

 

Para 1944 y como una especie de exposición de intenciones cinematográficas, Revueltas construyó una de las películas más oscuras del cine mexicano, una película en medio de una tormenta literal, alegórica y metafórica a la vez, en donde, nos dice Mateo, “sus personajes vuelven a la oscuridad, adonde ya no podemos saber más de ellos. El final oscuro para estos personajes es un destino oscuro para el país que representan. Un futuro oscuro de una nación que no es unívoca, sino conflictuada por todas sus partes”.

 

 

La película no filmada

Otra historia es la de Los treinta dineros, adaptación de la novela homónima de Jesús Cárdenas a guion que “no le satisfizo al productor”, a decir del propio Revueltas, pero compromiso que estaba pagado. Sin respuesta documental a por qué no se filmó, José Manuel Mateo sostiene la misma hipótesis de la pasión política que se retrata en él para explicar que no se haya realizado. Y agrega:

 

“Lo interesante de ese guion es el arduo trabajo de adaptación. La novela de Cárdenas es una novela casi apegada a la literatura testimonial, mientras que Revueltas recrea la novela, la aprovecha, por ejemplo, para escribir su propia versión de la huelga de Río Blanco. Se pone a revisar novelas de carácter histórico para poder hacer el guion, se compromete más allá de lo que el contrato le hubiera pedido. Además, cambia el rumbo de los personajes, por ejemplo: una presencia incidental en la novela, Lucrecia Gómez (posible ficcionalización de Lucrecia Toriz), en la adaptación cinematográfica se convierte en alguien crucial que sostiene toda la narrativa”.

 

Esta obra, a diferencia de El luto…, se gesta ya en medio del momento más intenso de su labor como guionista. No obstante, en contraste con todos los guiones concebidos por Revueltas a su alrededor, es donde más se ensaña con sus cuestiones políticas. Escribe en el ensayo preliminar Mateo:

 

Revueltas dotó al guion de un sólido componente histórico que subraya la presencia ideológica y organizativa del Partido Liberal Mexicano en las luchas obreras y agrarias del valle de Orizaba, y su conexión con la lucha revolucionaria (…) en otros estados de México y desde Estados Unidos. (…) Pero por encima de los sucesos, el guion reconstruye la contextura ética y política de un grupo de obreros (en unión con indígenas, campesinos y pequeños comerciantes) que encuentra en la acción intelectual de Ricardo Flores Magón y del periodismo militante (…) una concreción palmaria de sus aspiraciones e intereses de clase.

 

La lucha obrera y de nuevo la acción huelguista parecen ser los ingredientes que acaban por contribuir a que no se filme el guion donde, a decir del estudio de Mateo, se implican “relaciones filiales y amorosas que saturan el ámbito de la militancia clandestina y a la vez indican los medios de financiación aparentemente ilegítimos de la Revolución, mientras que, por su lado, la legalidad política y financiera se sostiene gracias a ejecuciones, actos de tortura y a lo que podríamos llamar una coerción salarial”.

 

A todas luces este guion superaba el estado de ánimo de la industria cinematográfica. “Lo que Revueltas dejó dicho”, comparte José Manuel, “es que muchas de las cosas que pensaba tardaban en dispersarse en sus libros, en cambio el cine le daba la posibilidad de alcanzar de un solo golpe a grandes cantidades de gente, sin contar con la incidencia en el subconsciente del sujeto que ve la película. Por eso él entra al cine. Era una visión estratégica desde el punto de vista político, para la divulgación de sus ideas” que, ahora podemos pensar, fueron desaprobadas de algún modo.

 

Para finalizar, una manifiesta curiosidad al leer el guion es que aparezcan los nombres de Silvestre, Fermín y José como parte del reparto. Ya estaban presentes en la novela, advierte Mateo, sin dejar de sonreír ante la coincidencia con los nombres de los hijos de la casa Revueltas: “Debió ser algo que entretuvo mucho a José mientras escribía el guion”, concluye.

 

La película soñada

José Manuel trabaja desde 2001 en algo que podríamos denominar nuevo revueltismo. En Aldus confeccionó una edición extraordinaria de la poesía de Revueltas, El propósito ciego, y desde entonces, acusando a los lectores de cierto desdén ante rincones de esa obra, ha seguido refrescándola. “Esperaría que estos dos guiones despertaran la curiosidad de los lectores. Me gustaría que se aventuraran a confrontar los dos mundos, el literario y el pensado en la cinematografía, y que hicieran ese trabajo de ver cómo funciona el fenómeno narrativo con propósitos diferentes en Revueltas”. Y así, ensoñando, se despide Mateo.

 

FOTOS: Papeles de José Revueltas. Se trata de dos páginas del guion El luto humano, caja 37, carpeta seis. Crédito de imágenes: Benson Latin American Collection, LLILAS Benson Latin American Studies and Collections, The University of Texas at Austin

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