Territorios sublevados: entrevista con la fotógrafa Tatiana Parcero

Abr 16 • Conexiones, destacamos, principales • 2131 Views • No hay comentarios en Territorios sublevados: entrevista con la fotógrafa Tatiana Parcero

 

La reciente incursión de la fotógrafa en el catálogo del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) muestra a una creadora con una propuesta visual que conjuga el feminismo y la experimentación técnica

 

POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ
A inicios de mes, la fotógrafa mexicana Tatiana Parcero (Ciudad de México, 1967) anunció en su página de Facebook la incorporación de una de sus obras en la exposición Our Selves: Photographs by Women Artists from Helen Kornblum, que desde el 16 de abril y hasta el 2 de octubre de este año ocupará la sala 5 del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa). En esta selección, la fotógrafa mexicana radicada por temporadas entre Nueva York y Argentina, compartirá espacio con otras 90 fotógrafas cuya obra forma parte de la colección Helen Kornblum de este museo neoyorquino. La idea central con que la curadora Roxana Marcoci englobó esta exposición es que el feminismo y la fotografía han vivido entrelazadas a lo largo de su historia.

 

La obra de Parcero que fue seleccionada para esta muestra pertenece a Cartografía interior, una serie de 1996 en la que se sobreponen acetatos con imágenes de mapas y códices mesoamericanos con retratos en blanco y negro de la fotógrafa con la intención de realizar un diálogo entre la identidad, la memoria y el territorio.

 

Alumna de Pedro Meyer, con quien se formó en el taller que tuvo durante varios años a finales de la década de los 80, Parcero confiesa su admiración también por otra de las fotógrafas mexicanas con mayor aceptación ante el ojo de la crítica: Graciela Iturbide, a quien la une una amistad de muchos años. Su carrera inició, como en el caso de muchos otros, con exposiciones colectivas en el Museo Universitario del Chopo, el impulso de Adolfo Patiño por medio de su proyecto La Agencia y el salto a Nueva York para estudiar una maestría que le dio la posibilidad de madurar su discurso y descubrir nuevos materiales.

 

Con una trayectoria que suma más de tres décadas dedicadas a la fotografía, la evolución de su trabajo ha estado marcada por la experimentación, tanto de técnicas como de los discursos que ha ido incorporando, siempre con una fuerte carga de contenido social pero alejado de visiones panfletarias. Hay siempre una visión individual que ha sabido emparejar con el trabajo colectivo de grupos feministas, principalmente en México y en Argentina: “Intento que en mi obra las vivencias personales también se hagan universales y el espectador se pueda conectar con lo que se ve. A ti no te mueven las imágenes de la misma manera que mueven a la persona que tienes a tu lado”, dice Tatiana en charla por Zoom desde la ciudad de Nueva York acerca de Cartografía interior #35, la fotografía que ya forma parte del acervo de este museo.

 

“El hecho de que esta obra esté en una exposición tan importante es el fruto de tantos años de trabajo. Estoy al lado de figuras que admiro profundamente desde muy joven”.

 

Su carrera comenzó en la segunda mitad de los años 80. Su primera exposición fue una muestra colectiva en el Museo Universitario del Chopo en la que participó con la serie Pasajes rituales, que define como una fusión entre lo aprendido en el taller de Pedro Meyer, su maestro y mentor junto con Graciela Iturbide, con su formación como psicóloga y sexóloga, egresada de la UNAM.

 

“Ambas disciplinas me dieron las herramientas para hacer el trabajo que hago. La posibilidad de analizar detalladamente aspectos de mi vida y el mundo en que vivimos a nivel social”.

 

Parcero cuenta parte de su trayectoria desde el taller fotográfico de Pedro Meyer, en el que adquirió las primeras nociones fotográficas y de análisis de imagen hasta la actualidad, en la que está en la exposición del MoMa, “si bien en México tuve exposiciones en lugares alternativos y fueron muy formativos —como La Agencia de Adolfo Patiño—. He estado presente en México, me invitan a exposiciones como la de Emma Cecilia García: Mujeres detrás de la lente. 100 años de creación fotográfica en México (2012)”. Otras de sus participaciones recientes son la exposición colectiva Somos una y somos muchas, que se inauguró en marzo de 2021 en las rejas de Chapultepec como parte de un proyecto que tenía el objetivo de proyectar el trabajo de fotógrafas mexicanas, y The Patchwork Healing Blanket en enero de 2020, en el Zócalo de la Ciudad de México, en el que participaron decenas de artistas interesadas en denunciar con esta acción de arte público la violencia contra los niños, las mujeres y el ecocidio.

 

Cartografía interior surgió durante sus años como estudiante de maestría en la Universidad de Nueva York (NYU) y ante la necesidad de reinventar su lenguaje fotográfico de una manera que resultara satisfactorio para sus indagaciones personales. Cuenta que el proceso para la elaboración de esta serie contó con los acervos de anatomía antigua de la NYU. Entre las imágenes que ella producía, los mapas antiguos y mexicanos comenzó a ver asociaciones:

 

“La exploración del cuerpo externo no era suficiente y por eso empecé a probar con distintas técnicas. A base de la prueba y error llegué a la técnica de dos capas entre el acetato y la fotografía a color. Eso permite que el ojo se convierta en unos rayos X y puedas adentrarte. Esa técnica es la que he seguido haciendo desde entonces. Esa idea de indagar en el espacio físico y emocional se mezclan en una obra. Intento que en mi obra las vivencias personales también se hagan universales y el espectador se pueda conectar con lo se ve”.

 

“Ahí empecé a ver estas asociaciones que tienen que ver con la cosmogonía de los pueblos precolombinos, cómo ellos veían a la tierra asociada a un cuerpo, como un todo, la unión de ambas partes. En las imágenes veía la descripción de los ríos asociados a las venas, los órganos a los lagos y el cuerpo como todo un territorio muy simbólico que para mí fue un despertar dentro de mi trabajo. Esta forma de recorrer el cuerpo como un mapa es como una forma de inspeccionarlo y reconocerlo. Tiene que ver esta idea de las conquistas y cómo se van conquistando los territorios en un aspecto físico.”

 

Esta serie hecha hace más de 25 años tiene conexiones indudables con los proyectos en los que hoy se ocupa Tatiana, marcados con la nueva ola de teoría feminista y su consciencia de la corporalidad. Hoy, la fotógrafa no entiende su quehacer fotográfico sin su participación en el movimiento y las manifestaciones feministas, las que ha cubierto con objetivos distintos a los que busca el fotoperiodismo, pero con la indudable intención de servir de vía para la expresión de sus demandas. Es un trabajo en proceso que aún no tiene título o fecha de exposición: “Hace muchos años, en una de esas marchas vi un cartel que me impacto muchísimo: ‘Ni la mujer ni la tierra somos territorio de conquista’. Para mí es una bandera, es una frase con que me identifico y se fusiona con mi trabajo. El cuerpo es un territorio simbólico y político. Entonces la manera como uno lo proyecta define cómo lo trabajo y lo defiendo: ‘Mi cuerpo es mío’, ‘¿Qué hago con él?’”

 

La experimentación ha sido la característica constante en la obra de Tatiana Parcero, asociada en todo momento con la realidad mexicana. Dos episodios han influido en sus series más recientes. Uno de ellos es la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas en septiembre de 2014. La serie que expuso con posterioridad a este episodio de violación a los derechos humanos se tituló Natura et Corporis (2017). En el libro colectivo 43+UNO, publicado en 2015 por las fundaciones Elena Poniatowska y Héctor García, cuentan con una fotografía de Parcero en la que proyecta los nombres de cada uno de estos estudiantes como parte de una constelación.

 

“Después de la tragedia de Ayotzinapa me invitaron a trabajar en un proyecto. La idea era hacer una obra libre. Yo quería ver cómo incorporaba eso en el cuerpo y en el interior. Me surgió una de las imágenes de una mano con la proyección del estado de Guerrero, también una constelación y en cada estrella el nombre de uno de los estudiantes. Para mí era importante proyectar la idea de la permanencia y la memoria de esos nombres que nos quedan a toda la gente que pueda tener una conexión con los derechos humanos y este tipo de tragedias.”

 

El otro episodio fue la pandemia de Covid-19, que la llevó a replantear sus procesos de trabajo y a experimentar con otros materiales que no tenía contemplados en su quehacer como artista visual. Cuenta que en marzo de 2020, al inicio de la pandemia tenía varias pruebas de su serie Universus (2014), impresas todas ellas sobre tela para una mejor adaptación al sitio en que se habían expuesto. Estas pruebas le sirvieron como materia prima para la elaboración de vestidos y cubrebocas en los que siguiera presente su obra.

 

“El sitio donde se expusieron estas fotos no era un museo per sé y como probablemente se iban a arruinar, esta era la mejor forma de preservarlas. Por eso tomé esa decisión, pero en realidad en papel algodón funcionaban perfectamente. Cuando vino la pandemia yo tenía muchas pruebas hechas en tela, y todos encerrados, me compré una máquina de coser, aprendí a usarla. Ya venía pensando en las imágenes proyectadas en la tela y después hechas un vestido o una camisa, algo de uso cotidiano para darle un reúso a esa foto. Ya tengo algunos prototipos, sigo experimentando. Hice algunos cubrebocas.”

 

Con Our Selves: Photographs by Women Artists from Helen Kornblum, Tatiana Parcero compartirá espacio con fotógrafas ya consideradas autoras clásicas como Lola Álvarez Bravo, Gertrud Arndt, Lotte Jacobi, Lucia Moholy, pero también con fotógrafas que hoy son referencia de la fotografía contemporánea, entre ellas Graciela Iturbide, Rosemarie Trockel y Lorie Novak.

 

FOTO: Cartografía interior #21 (1995-1996)/ Cortesía Tatiana Parcero

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