Ira Sachs y el triángulo sexoisóseles

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Pasajes narra una historia de erotismo y sentimientos contrarios; un matrimonio gay entra en crisis tras la irrupción de una mujer encantadora

 

POR JORGE AYALA BLANCO
En Pasajes (Passages, Francia-Alemania, 2023), coruscante film 9 estadounidense tennesseeano especialista en elegantes melodramas gays de 57 años Ira Sachs (40 sombras de azul 05, El amor es extraño 14, Frankie 19), con guion suyo y de Mauricio Zacharias y Arlette Langman, el perfeccionista egocéntrico cinedirector gay germano en París instalado Tomas (Franz Rogowski tan intenso a lo Joaquin Phoenix como en Undine 20 y La gran libertad 21) se deja seducir por la libérrima maestrita de primaria Agathe (Adèle Exarchopoulos marcada para siempre por La vida de Adèle 13) durante un festejo de fin de rodaje, la goza sensualmente como hacía mucho no lo hacía, se lo platica a su respetuoso marido impresor francés Martin (Ben Whishaw) sin importarle el malestar que provoca, y acaba mudándose al departamento de la acogedora chava tranquila e irresistible, mientras su expareja intenta involucrarse como consuelo con el afronovelista maduro Ahmad (Erwan Kepoa Falé) y lo lleva a vivir muy pronto a su lado, el azotado culpígeno e indeciso Tomas sigue ronda al ahora reacio Martin e irrumpe en el antiguo departamento bajo cualquier pretexto, pertenencias, llaves, venta de la propiedad común, hasta que logra por él ser de nuevo poseído, sin importar demasiado su oscilación bisexual, pero, tras la partida decepcionada del pacífico estoico Ahmad, un súbito embarazo de la plácida Agathe pone en crisis a los dos gays que siempre habían deseado tener un hijo, si bien las indecisiones de Tomas y su exasperación ante la exigente familiar madre de Agathe (Caroline Chaniolleau) terminan por provocar un aborto voluntario por parte de la chica cortantemente endurecida y la ruptura definitiva de Martin que en un arrebato de dignidad viaja al extranjero, dejando a un Tomas creativamente exitoso aunque íntimamente deshecho en el vértice abismal de un vertiginoso y desintegrado triángulo sexoisóseles.

 

El triángulo sexoisóseles consuma hasta sus heces el prodigio de narrar sin patetismo ni sensiblería una historia moderna de pasión, sentimientos encontrados y contrariados, erotismo bisexual y paternidades/maternidades frustradas, en grande y con discreción y minucia, en medio tono de profundidad chejoviana, apoyado por una fotografía virtuosa de Josée Deshaies que recorre amplios registros de la precisión al ir desde la contemplación en duro plano fijo hasta la movilidad nerviosa a base de body camera agitada al ritmo incontrolado de bicicleta zigzagueante del remordido Tomas, con el respaldo de un correcto diseño de producción (firmado por Pascale Consigny) y una contundente señ   ora edición (por Sophie Reine) de severidad desesperante, sin apenas música hasta el final a trompetazos devastados, porque aquí todo ha de suceder como si se tratara de una crónica implacable o una relación de hechos tan neutra cuan exacta y sagazmente desdramatizada como la melancólica tonadilla infantil que exhala un tornamesa arcaico o musita Agathe (“A Perfect Day”).

 

El triángulo sexoisóseles se propone como cine de personajes de varias facetas visibles y otras tantas ocultas, así la bella parisina rechazante brutal de galanes guapos en la disco o en su departamento Agathe se presume cual típica simple antojadiza erótica y sobre la marcha va revelándose como una pragmática dispuesta colaborativa (así lo solicita a sus alumnitos) y escéptica a la vez, el propositivo cineasta Tomas se advierte poco a poco como un creador inseguro que tras saciar siempre provisionalmente sus deseos variables vuelve a depender terrible y compulsivamente de la mirada y de la compañía de los demás, y el todoaceptante diseñador gráfico Martin se deja deslumbrar para calmar y sustituir y posponer sus verdaderas necesidades afectivas pero habrá de permitirse ir descubriendo una reivindicadora resistencia moral que le impide seguir siendo el infeliz de la relación triangular, porque la inestable trama en sí se ha resistido a la cínica liquidez de los efímeros romances/bromances y los amores actuales de extinción-extensión inmediata sin mayor huella duradera alguna, y porque el trágico devaneo de un inasumible cambio de orientación sexual reclama a fin de cuentas la misma ternura interviril de la anciana pareja gay separada a la fuerza en El amor es extraño, pero es incapaz de recompensarse con la despedida solar de la moribunda Isabelle Huppert de Frankie.

 

El triángulo sexoisóseles consigue dar la impresionante apariencia de que todos los personajes tienen su exclusiva razón (como decía Jean Renoir) y en el fondo ninguno la tiene, una razón dinamizadora y cambiante, la crítica de la razón cruel e irracional y contradictoria, la razón de los Pasajes de una orientación sexual a otra o sencillamente de pareja sentimental no como algo pecaminoso ni prohibido sino en la cuerda floja o como saltos al vacío, la razón del sensualista bailoteo femenino premonitorio y lleno de inéditas promesas, la razón preparatoria o sucesoria de la sexualidad desatada, la razón de los cuerpos penetrados-penetrantes en el límite de lo explícito mercantilmente permitido, la razón del fragor y la desdicha subsecuente, la razón de los encuentros disyuntivos y los desasosiegos unilaterales pero en infortunada cadena, la adictiva razón ardiente de apetitos heterosexuales u homosexuales despertando o reciclándose y relevándose insospechados, la razón de las criaturas en libertad pero cargando la ligadura de la libertad de los otros, la razón de cierta gloriosa narratividad sin antecedentes psicológicos ni anecdóticos, más allá de los comportamientos puros y sin rumbo predeterminado ni determinado, la razón de los radicales entrechocando incontrolables.

 

Y el triángulo sexoisóseles culmina en el merecidísimo jadeo del vencido héroe Tomas devuelto a su foráneo abandono/autoabandono parisino y pedaleante en una disminución prolongada, luchando por no aquietarse, hasta que de él no queda más que el pulso de un impulso, para redondear su obra con un brusco gesto concluyente.

 

 

 

FOTO: La cinta ha desfilado en múltiples festivales como el Internacional de Berlín, Sundance y el de Guadalajara. Crédito de imagen: Especial

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